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Strongyloides, Ivermectina y COVID


El Strongyloides stercoralis, conocido como gusano de hilo, es un nematodo parásito que se encuentra en el suelo contaminado con heces en los trópicos y subtrópicos.


La infección puede provocar erupciones cutáneas, infiltrados pulmonares y sangrado gastrointestinal.


En pacientes inmunocomprometidos o que reciben medicamentos inmunosupresores como los esteroides, la estrongiloidiasis diseminada puede ser rápidamente fatal, pero en la mayoría de los huéspedes inmunocompetentes, Strongyloides causa una enfermedad que pasa desapecibida. Es capaz de reinfectar a su huésped una y otra vez, a menos que sea tratado.


El tratamiento de primera línea para Strongyloides es ivermectina, un poderoso agente antiparasitario. Fue su efecto sobre Strongyloides lo que le valió a William Campbell el Premio Nobel por descubrir el medicamento, y lo que coloca a la ivermectina directamente en la lista de medicamentos esenciales de la OMS.

Pero no es por eso que en los últimos tiempos se ha venido hablando de ivermectina. Se ha estado hablando de ivermectina porque la población la está usando para tratar COVID-19.


Hay dos campos bastante polarizados. Por un lado, están los defensores de la ivermectina, basados en la promesa de que es una cura milagrosa, a menudo promocionando pequeños estudios de países en desarrollo, algunos de los cuales han demostrado ser fraudulentos y por otro están los científicos e investigadores, que señalan que los mejores datos que existen sugieren que la ivermectina no tiene un efecto significativo en los resultados clínicos en COVID-19.


Un documento que aparece en JAMA Network Open,¹ da a conocer un argumento bastante simple. La ivermectina no tiene un efecto sobre covid-19 per se, pero las personas infectadas con COVID-19 reciben esteroides, lo que puede exacerbar las infecciones latentes por Strongyloides.


En regiones donde muchas personas tienen infecciones latentes por Strongyloides, podría parecer que la ivermectina ayuda más. Para probar esta hipótesis, los autores buscaron en la literatura ensayos aleatorios de ivermectina. La literatura sobre la ivermectina, tal vez debido al nivel masivo de interés público, es de calidad muy variable, y varios de los estudios más grandes que sugirieron que el medicamento podría salvar vidas más tarde resultaron ser fraudulentos. Otros estudios nunca han recibido una revisión por pares adecuada y, por desgracia, pocos han publicado sus datos públicamente.

Los autores comenzaron su búsqueda en un sitio web pro-ivermectina que afirma estar ejecutando un "metanálisis en vivo" de más de 151 estudios de ivermectina. La mayoría de ellos no son ensayos aleatorios, y varios resultan ser fraudes, lo que deja a los autores con un gran total de 12 estudios de ivermectina potencialmente legítimos para meta-analizar.


No se encontró ningún beneficio estadísticamente significativo de la ivermectina en la mortalidad, aunque la tendencia fue en una dirección favorable con una reducción de aproximadamente el 25% en las muertes.

Pero cuando los estudios se estratificaron por la prevalencia local de Strongyloides, surgió un patrón. En áreas de alta prevalencia, la ivermectina pareció funcionar mejor, y en áreas con baja prevalencia, no pareció funcionar en absoluto.


Los autores concluyen: "No se encontró evidencia que sugiera que la ivermectina tenga algún papel en la prevención de la mortalidad en pacientes con COVID-19 en regiones donde la Strongyloidiasisno es endémica".


¿Significa eso que la ivermectina debería estar sobre la mesa en áreas endémicas? Para el Dr. F. Perry Wilson de la Escuela de Medicina de Yale no hay duda de que algunos lo interpretarán de esa manera. Las personas que todavía creen que la ivermectina tiene eficacia directa contra COVID-19 sin duda considerarán este estudio una buena justificación para su uso continuo, al menos en aquellas partes del mundo donde Strongyloides es endémico.


Los investigadores poseen 12 estudios en los cuales parece haber alguna correlación entre la eficacia de la ivermectina y la prevalencia de Strongyloides. Con solo 12 estudios, hay muchas correlaciones como esta. El Dr. Wilson buscó la temperatura promedio en los países donde se realizó cada uno de estos estudios y obtuvo una relación aún más fuerte con la eficacia de la ivermectina, con temperaturas promedio más altas que conducen a una mayor eficacia.

Según los autores la relación con la prevalencia de Strongyloides es buena en términos de plausibilidad biológica, pero es preocupante de que algunos de estos estudios sean pequeños, no revisados por pares, y publicados en un entorno increíblemente de alto riesgo. Por otro lado, es preocupante que el uso generalizado de ivermectina para COVID-19 puede irónicamente hacerla menos disponible para los cientos de millones de personas en todo el mundo que realmente se beneficiarían de la droga: aquellos con lombriz de hilo. Después de todo, es cierto que la ivermectina salva vidas; lo sabemos desde hace décadas. Simplemente no está claro que salve las vidas de las personas con COVID.


Referencia


  1. Avi Bitterman, MD; Caitlin Pestana Martins, BS; Ahuva Cices, MD; et al. Comparison of Trials Using Ivermectin for COVID-19 Between Regions With High and Low Prevalence of Strongyloidiasis A Meta-analysis. JAMA Netw Open. 2022;5(3):e223079. doi:10.1001/jamanetworkopen.2022.3079

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