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Mejor Hablar de Ciertas Cosas

Actualizado: 1 nov 2021

Juan Sebastián Larrea

Psicólogo clínico y Magister in Mental Health Counseling

Centro Ambulatorio de Salud Mental- ASLB


El viernes 10 de septiembre se celebra el día internacional para la prevención del suicidio. Esta fecha quedó marcada como tal desde el año 2003 por parte de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio con el acompañamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Más allá de la importancia médica y social que hoy representa esta fecha, es todavía comprensible e intimidante hablar acerca del suicidio. En el libro de Fabian Guarderas Jijón titulado Encuentros: Psiquiatría y Vida (2005) se sigue entablando el tema del suicidio si es considerado un acto de valentía, un acto de cobardía, o incluso un poco de ambos. La etiqueta del suicidio por más significación que uno le quiera dar lamentablemente será insuficiente y es importante reconocer esa insuficiencia y ser sensibles frente al tema.


Freud en sus escritos ya hablaba acerca de las pulsiones y sus destinos de pulsión, así como también los tipos de pulsión. La pulsión es lo fronterizo o limítrofe entre el cuerpo y la psique de cada sujeto. La pulsión es ese impulso que lleva al sujeto a encontrar satisfacción (consciente o inconsciente). Sin embargo, es importante recalcar que la teoría Freudiana nos ha marcado dos tipos de pulsión: eros o pulsión de vida y tanatos o pulsión de muerte. Esta segunda es la que está ciertamente ligada con el suicidio.


Todo sujeto, por más estable que sea, está ligado a la pulsión de muerte. Existe en cada uno de nosotros algo destructivo, a pesar de que no en todos está asociado a un intento autolítico o su ejecución. El tema con el suicidio lo vuelve delicado porque se ha convertido en prohibido, en tabú. No reconocer que todos tenemos pulsiones destructivas es el primer error por enfrentar.


¿Entonces si es parte de nosotros, por qué es un tabú? Posterior a los estudios de Freud, Lacan presentó su teoría del Real, Simbólico e Imaginario. El suicidio está relacionado al componente de lo Real. El Real de acuerdo con Lacan es ese registro que está fuera de toda significación en el lenguaje, “eso” que es tan crudo e insoportable que no podamos aceptar. La razón por la que el suicidio se encuentra en el ámbito de lo Real es porque todo concepto que esté asociado a la muerte siempre tendrá algo de Real (Ya que la muerte no se puede explicar en su totalidad).


En adición, y retornando al tema de si el suicidio es un acto de valentía o de cobardía, si constituye algo esencial -no importa cual bando cada persona asuma-, y eso es que es un acto. El suicidio es un pasaje al acto, es cuando el sujeto queda completamente ausente de simbolizar esa angustia que lo atormenta, lo que lleva a un acto sin simbólico -lo que lo ata a lo Real-.


El pasaje al acto es una anulación del sujeto y su discurso. Por ende, lo que se debe hacer es crear un espacio para que la palabra ocupe su lugar, en un lugar emocional/psíquico que no se ha logrado presentar. Hay que invitar al sujeto que hable y que exprese/manifieste lo que siente. Por más que suene “fácil”, en realidad no lo es, porque el hecho de escuchar una escena de angustia que se acerque a un acto o fantasía suicida no solo es impactante para quien lo sufre, sino para quien lo escuche por el componente de tabú antes mencionado.

No existe una real y clara fórmula para detener el suicidio. Tampoco sirve etiquetarlo como algo valiente o como algo cobarde. Sigue y seguirá siendo un acto que no es simple de describir, pero esencial de poner atención y de respetar en él o la sujeto que tiene un dolor agobiante. No se trata de romantizar el suicidio, pero tampoco de estigmatizarlo y menos aún ignorarlo. Anualmente, en el mundo, alrededor de 700 mil personas mueren por suicidio.


Debido al continuo tabú que existe posiblemente hay más casos, pero por miedo, vergüenza, negación o shock no se los menciona. Mi estimado lector, por más crudo que sea, hay que comenzar a hablar del suicidio, concientizarlo en nuestra sociedad, y buscar un lugar para que reemplace el acto con la palabra. Con el debido respeto al director ecuatoriano Javier Andrade, creador de la película Mejor no hablar (de ciertas cosas), este es el momento de hacerlo. Es mejor hablar de ciertas cosas.

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