Ramiro Salazar Irigoyen
Médico Patólogo Clínico
En personas que han superado uno o más episodios de COVID agudo, se puede observar en ocasiones la persistencia de síntomas clínicos más allá del tiempo en que se da por finalizada la fase aguda de la enfermedad. CDC y la OMS sugieren el nombre de trastornos post-COVID (post-COVID conditions) como un genérico amplio para las consecuencias que persisten tras 4 semanas desde la infección aguda. Mientras que el británico National Institute for Health and Care Excellence (NICE) propone el término COVID prolongado (long-COVID), que engloba los síntomas persistentes tras 4 semanas de la infección aguda con ausencia de un diagnóstico etiológico alternativo y el síndrome post-COVID agudo (post-acute COVID-19 syndrome) para la persistencia de sintomatología durante más de 12 semanas.
Cualquier paciente puede presentar síndrome post-COVID agudo sin importar la gravedad de la infección inicial, incluso los asintomáticos, aunque algunos estudios si consideran que la gravedad de la infección aguda podría incrementar el riesgo, mientras que la edad no sería un factor de riesgo, pero si el género con predominio de afectación en mujeres. No está clara la asociación con comorbilidades como factor de riesgo, igual la influencia de las nuevas variantes del virus.
La sintomatología más frecuente del síndrome post-COVID es la fatiga similar a la encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica. Otras manifestaciones son la disnea, tos y dolor torácico. Menos frecuente se ha detectado trastornos como la disminución de la capacidad de concentración, alteraciones de memoria, cefalea y síntomas ansioso-depresivos. Las alteraciones del sueño son muy frecuentes. En todos estos casos no se han encontrado alteraciones de la oximetría y la exploración radiológica y la funcional respiratoria son normales.
La explicación a la fatiga estaría relacionada con el estrés oxidativo, la inflamación leve y la alteración en la generación de proteínas que producen nuestras células en situaciones de estrés. Las secuelas respiratorias y físicas se justificarían por daño pulmonar residual. La pérdida del gusto y olfato está relacionado a las neuronas del epitelio olfatorio.
También se ha postulado que las personas que tuvieron síntomas graves de COVID-19 requirieron un tratamiento en la unidad de cuidados intensivos de un hospital, y esto por sí mismo puede provocar una debilidad extrema y estrés postraumático, con daños mentales desencadenada por el aislamiento en una Unidad que genera preocupación y hasta pánico.
Adicional a la acción patógena del virus COVID sobre bronquios y pulmón, la necesidad de ventilación mecánica, los problemas de manejo de secreciones y sedación, el uso de esteroides- que pueden disminuir las defensas corporales- provocaron que los pacientes, en las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), tengan más riesgo de sobreinfección por bacterias y hongos.
La pandemia de Covid-19, ha tenido evidentemente un impacto sanitario y epidemiológico , pero también económico y social y ha forzado el regreso de las enfermedades infecciosas (re)emergentes, entendiendo esto como un creciente conjunto de infecciones nuevas o resurgentes que además de la presencia del virus está asociaba a una multiplicidad de factores concurrentes: conducta humana, incremento de la pobreza y desigualdad social, pero además factores huésped-microorganismo: mayor susceptibilidad humana a las infecciones y cambios microbianos, y otros factores inherentes como: saturación de los servicios de salud, fracaso de las medidas de salud pública, entre las principales.
En la actualidad, los microorganismos emergentes han sido posibles identificarlos de manera más oportuna y eficiente por los nuevos métodos de detección (p. ej., molecular) y vigilancia epidemiológica globalizada a nivel mundial.
Las enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes constituyen una amenaza para afrontar el desafío global que representan. La biodiversidad global ha sido modificada por los humanos y por esta razón la aparición de enfermedades infecciosas emergentes será cada vez más frecuente.
Las enfermedades reemergentes, se consideran aquellas que habían sido controladas y reaparecieron por la falta de vigilancia epidemiológica, saturación en los sistemas de salud y descuidos en la población, teniendo en la actualidad como causa principal la aparición de la pandemia que obligó a cambios profundos en el comportamiento humano y en los sistemas de salud, situaciones que fueron aprovechadas por las bacterias y virus patógenos para resurgir.
Son ejemplos de enfermedades reemergentes en algunos sitios del Planeta la malaria, el dengue, el zika, el chikungunya y el sarampión. Pero también y por el excesivo uso de antibacterianos de manera empírica o automedicación durante la pandemia las bacterias han incrementado la multirresistencia a los antimicrobianos.
Algunos microorganismos, de acuerdo con los estudios microbiológicos y moleculares, que han incrementado su aparición posterior al COVID son a nivel respiratorio:
El Haemophilus influenzae, bacteria que puede causar muchos tipos de infecciones que varían de leves a graves, notándose un incremento de casos de neumonías causadas por esta bacteria.
Virus: en la actualidad, las investigaciones sobre virus respiratorios se basan en estudios de virología molecular, lo que ha permitido identificar agentes respiratorios emergentes y los virus tradicionales relacionados con las infecciones respiratorias agudas (IRA), entre los que se destacan los de la influenza, rhinovirus, virus respiratorio sincitial (VRS), parainfluenza (para FLU). adenovirus (ADV) y los metapneumovirus humanos (MPVh. En varios casos puede existir la coinfección.
La influenza es una infección vírica que afecta principalmente a vías respiratorias altas y ocasionalmente a los pulmones. El virus se transmite con facilidad de persona a persona y puede propagarse rápidamente en forma de epidemias estacionales.
Hay cuatro tipos de virus de la gripe estacional: A, B, C y D. Los causantes de las epidemias estacionales son los virus gripales de tipo A y B. Los tipos C y D no tienen importancia médica en seres humanos.
Los virus de la influenza A se clasifican en subtipos en función de las combinaciones de dos proteínas de su superficie: la hemaglutinina (HA) y la neuraminidasa (NA). Los subtipos actualmente circulantes en el ser humano son el A(H1N1) y el A(H3N2).
Los virus de tipo B no se clasifican en subtipos, pero los circulantes actualmente pueden dividirse en dos linajes B/Yamagata y B/Victoria.
El virus respiratorio sincitial o VRS se ha convertido en uno de los principales agentes etiológicos de enfermedades respiratorias en los últimos años
El metapneumovirus humano pertenece a la misma familia vírica que el VRS, y puede causar infecciones en las vías respiratorias superiores; sin embargo, es preocupante particularmente este virus por la capacidad que tiene ocasionalmente y dependiendo del estado inmunitario y la edad de penetrar más profundamente en las vías respiratorias y causar neumonía.
El rinovirus es el causante de la mayoría de las infecciones del tracto respiratorio alto (rinitis, resfriado y bronquitis asmatiforme). Existen más de 100 tipos conocidos y algunos de ellos causan infecciones más severas o bronquitis crónica en personas de la tercera edad, y en niños puede complicarse con otitis media y sinusitis.
Los adenovirus causan enfermedades respiratorias como resfriados, conjuntivitis, bronquiolitis o neumonía. En los niños, los adenovirus también cursan con infecciones en el tracto intestinal.
A nivel gastrointestinal además de bacterias y parásitos, muchos virus han emergido o reemergido posterior a la pandemia. Para la identificación de estos virus ha contribuido la mejora en el diagnóstico por el laboratorio por técnicas moleculares.
Los rotavirus del grupo A, dejaron de ser el principal patógeno debido a la creciente cobertura de la vacunación y en la actualidad los principales causantes de episodios de gastroenteritis son: norovirus (NoVs), sapovirus (SaVs), astrovirus humanos (HAstV) y los adenovirus entéricos.
NoVs y SaVs pertenecen a la familia Caliciviridae, y cursan con diarrea autolimitante, pero con episodios frecuentes que pueden llevar a la deshidratación. Los NoVs se clasifican en cinco genogrupos distintos (GI a GV). Los genogrupos GI, GII y GIV se encuentran en humanos, siendo que el GII el más prevalente.
El virus Sapporo o Sapovirus fue aislado por primera vez en 1977 en un orfanato de la ciudad de Sapporo en Japón. En la actualidad es uno de los causantes más frecuentes de gastroenteritis en humanos.
Los astrovirus humanos (HAstV) cursan con diarrea, vómito, fiebre, malestar general, anorexia y dolor abdominal.
Una vez superada la pandemia por COVID y ante la emergencia de nuevos patógenos la OMS recomienda a todos los países implementar una mayor vigilancia epidemiológica, optimización de los sistemas de salud, capacitación continua en temas de microbiología y a nivel de los laboratorios la implementación de tecnologías que permitan una detección temprana de nuevos agentes patógenos y sistemas de prevención de enfermedades infecciosas graves.
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