Adrián LLerena MD PhD. Clinical Pharmacology.
INUBE Biosanitary Research Institute of Extremadura.
CICAB Clinical Research Center - UICEC SCREN - CIBERSAM ISCIII
Extremadura University Hospital and Medical School/ Extremadura Heath Service
Extremadura, España
El sueño de la vacuna tiene limitaciones, que deberían asumirse. Obtenida la vacuna eficaz, queda por demostrar su seguridad en humanos; proceso complejo, en el medio y largo plazo.
Ha habido unas declaraciones de un Ministro del Gobierno de España diciendo: debido a la urgencia en este caso habría que saltarse (no recuerdo los términos exactos) “plazos” / “requisitos” en la disponibilidad para su uso en humanos. Cabe pensar, que no entienda bien las repercusiones que esto puede tener en términos de Salud. A fecha de hoy no se ha conseguido una vacuna con el ratio eficacia/seguridad adecuado para Malaria, SIDA, etc.
En este sentido, el componente “seguridad” está implicado además de en la implantación de vacunas, en el tratamiento farmacológico, realmente se han trasladado fármacos autorizados para otra indicación, y si bien, lógicamente no se conoce la eficacia ante una enfermedad desconocida, tampoco se conoce el daño que pueden causar en esta aplicación terapéutica, sería interesante conocer, cuánta gente ha fallecido por reacciones adversas de fármacos utilizados en un contexto irregular, paradas cardiacas debido al tratamiento, etc.
El sueño de que los medicamentos son eficaces sin generar daño es una falacia implantada en el inconsciente colectivo de las sociedades de consumo: “Si hay un problema, se compra la solución y se resuelve el problema”, esto no es siempre así.
Hay otros grandes aspectos a considerar: la Educación Sanitaria y la responsabilidad de cada individuo para prevenir el contagio (evitando la exposición) y la infección (cuidar su sistema inmunitario, su alimentación, su ejercicio, su nivel de estrés ...).
La enfermedad se produce cuando, el “invasor” supera las “defensas”. La estrategia para hacer que este el equilibrio resultante sea favorable al huesped, son a) disminuyendo el número y/o cantidad/calidad de “invasores” o “fortaleciendo el sistema defensivo”. Por supuesto enfrentarse a unos cuantos “invasores” en bajo número, diezmados y debilitados, permite aprender a cómo vencerlos, por si vuelven en mayor número o mejor estado, esto puede hacerse natural (inmunidad de grupo) o planificada y artificialmente (vacunas). En este conjunto de posibilidades, contratar refuerzos y apoyarse en maquinaria, a veces es imprescindible, pero siempre tiene un costo, que debe valorarse si compensa. Sobran ejemplos bélicos. Lo que sin duda está en nuestras manos, y en la responsabilidad de la población, es cuidar las defensas, las nuestras y las de nuestro entorno, pues ahora más que nunca ha quedado demostrado que los procesos de Salud son colectivos, en uno u otro componente, aunque se vivan como individuales.
Entre otras, hay diversas lecciones aprendidas en el contexto de la pandemia: 1) el valor de un sistema sanitario colectivo y sus disciplinas académicas y científicas asociadas, 2) la necesidad de Educación Sanitaria para promover la autonomía, responsabilidad y empoderamiento de los ciudadanos en la gestión de los riesgos, 3) la imperiosa necesidad de recuperar la idea de que mientras llega el séptimo de caballería, podemos ir a la farmacia a comprar medicamento o vacuna (que veremos si es costo/eficiente usar) parte fundamental de la defensa está en cuidarnos individual y colectivamente, creer que un individuo informado puede y debe apoyar la defensa individual y colectiva. En resumen, creer que la educación, en último extremo el desarrollo de la consciencia individual y colectiva, y la auto responsabilidad, es un reto imprescindible en la situación actual y para el futuro de la humanidad. Solo es una opinión personal, lejos de la verdad, sin duda, ánimos.
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