Micaela Mantilla
Psicóloga Clínica. Maestranda de la maestría en Psicoanálisis.
“El alma siente, en primer lugar, el cuerpo.
De todas partes ella siente, que él la contiene y la retiene.
Si el cuerpo no la retuviera, se escaparía completamente
en forma de palabras vaporosas que se perdería en el cielo.”
Jean-Luc Nancy.
La sonoridad en juego en el lenguaje parece ser algo que le interesó a Jacques Lacan en relación con la interpretación analítica en sus últimos seminarios. La sonoridad es una de las características que se pone en juego en el impacto del cuerpo y el lenguaje, ahí donde la resonancia tiene efecto.
Una de las cuestiones más interesantes de la interpretación analítica es que no se puede establecer una serie de reglas a seguir para saber si va a tener efectos o no, sin que esto quite la responsabilidad del analista al interpretar, pues éste debe dar cuenta de sus actos.
Si seguimos esta idea la sonoridad tampoco es garantía de que la interpretación tenga efectos, pues esto no se puede predecir, sin embargo, debemos tomarla en cuenta.
Uno de los lugares donde más claramente nos encontramos con la sonoridad de la lengua es en la poesía, pues “el poema maneja la materia sonora de la lengua, a veces con genialidad, e incluso se puede gozar de su musicalidad sin pasar por sus dichos.” (Soler, 2010). Los poetas juegan con lo sonoro provocando equívocos, jugando con el sentido y con el sin sentido del lenguaje, anclándose a lo más propio de su forma de hablar para poner en juego algo de los afectos, nos hacen entender que las palabras tienen efecto.
A Lacan le intereso el canturreo en la poesía China, dando a entender que hay algo en relación a eso que permite que con la ayuda de la poesía “un psicoanalista puede hacer sonar otra cosa que el sentido” (1976-1977, p.19). El lenguaje es un saber hacer con los sonidos que vienen en cada lengua, que al principio es laleo y que recibimos como sonoridades que van tomando forma y sentido en las relaciones con los más cercanos.
El lenguaje no es –aunque se deja atrás el laleo- ajeno a su sonoridad, sin embargo, parece tener algo de misterioso, pues escapa al sentido, por ejemplo en la música. Entonces en la interpretación analítica lo sonoro se puede pensar como una característica que permite que las palabras resuenen en el cuerpo teniendo efectos, lo sonoro es parte de ese decir al que Lacan llama interpretación.
Antonin Artaud escribe: “Puede uno inventarse su lenguaje y hacer que hable la lengua pura con un sentido no gramatical, pero es preciso que este sentido sea válido en sí mismo, es decir, que surja de la angustia”. La sonoridad impacta al cuerpo del ser hablante y éste tiene que aprender a hacer con ello, pues parece estar implicada en el tejer redes que involucra la resonancia en el lenguaje. Al plantear lo sonoro como una característica del lenguaje, el analista opera también con esa sonoridad, no sin dejar de lado su relación con la escritura como esa forma de fijación de goce de un significante que rompe con la continuidad de lo sonoro.
Lo sonoro sea lo que fuere, es lo que impacta en el cuerpo, es lo que hace usar al cuerpo porque funciona chocándolo. La música y la poesía nos suelen llegar directo al cuerpo, la musicalidad implícita en ambas es algo a tomar en cuenta y Lacan que siempre tomó a la poesía como referencia y nos dice: “No hay sino la poesía, se los he dicho, que permita la interpretación.” (1976-1977: p. 18).
Referencias
Antonin Artaud: Carta a Henri Parisot, Lettres de Rodez, GML, 1946
Lacan J. (1976-1977a) [2018]. Hacia un significante nuevo: Libro 24: L’insu qui sait de lúne bévue s’aile á mourue. Revista Lacaniana de psicoanálisis. Año XVI (27), p.11-19.
Soler, Colette. (2010). Poner lo real en su lugar. http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2011/03/colette-soler-poner-lo-real-en-su-lugar.html
コメント