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LA SALUD EN LA SEGURIDAD SOCIAL

Actualizado: 1 sept 2021





Pedro Isaac Barreiro

Doctor en Medicina y cirugía

Maestro en Salud Pública




El crecimiento de la demanda de atención médica ocasionada por la llegada de la pandemia por coronavirus (SARS-Cov-2) ha reactivado la preocupación nacional ante la evidente insuficiencia de recursos para atenderla, situación observada en prácticamente todos los hospitales públicos del Ministerio de Salud (MSP) y del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), responsables del cuidado de quienes, por la gravedad del proceso infeccioso, necesitaban ser hospitalizados.


En ambos casos, las reclamaciones de la población -independientemente de las evidentes necesidades de atención ocasionadas por la enfermedad-, se han visto fortalecidas y legitimadas por una realidad irrefutable: “estamos pagando para ser atendidos”, tal como sucede con los afiliados al IESS, quienes “pagan” por esa atención a través del descuento obligatorio del 6.25% de su remuneración mensual; y con los no afiliados, mediante el pago de impuestos con los que se nutre el Presupuesto General del Estado.


En términos muy generales, en ambos casos se puede afirmar que esos ingresos no son suficientes para cubrir los costos que demanda una oportuna, eficiente y eficaz atención a los daños a la salud ocasionados, tanto por la pandemia como por las demás patologías observadas en nuestra población. Tal insuficiencia se explica por la concurrencia de varios factores que, lamentablemente, no han podido ser enfrentados ni oportuna ni técnicamente por ninguna de las dos instituciones mencionadas.


En el caso del IESS, que a la presente fecha cuenta con 3’608.290 afiliados cotizantes -con variados montos de aportación-, gran parte de sus problemas se derivan de que sus obligaciones en materia de salud incluyen no solo a la población afiliada, que es la que “paga” por la atención, sino que se extiende aproximadamente a un poco más de 8 millones de personas, entre los cuales se cuentan los menores de 18 años hijos de afiliados, los jubilados, y los familiares del jefe de familia campesina, para cuya atención el IESS no recibe ni un solo centavo. Esa preocupante realidad se profundiza aún más cuando a ella se suman factores negativos, como el incremento de enfermedades crónicas y degenerativas; la aparición y/o reaparición de enfermedades infecciosas resistentes a tratamientos eficaces hasta hace poco; el aumento de los daños ocasionados por accidentes de tránsito, los traumas orgánicos y psicológicos derivados de la creciente violencia social, etc., y otros que bien pueden calificarse positivos, derivados de cambios demográficos universales como el sostenido alargamiento de la esperanza de vida y el crecimiento del porcentaje de población mayor de 65 años, a los que se suman el acelerado desarrollo científico, tecnológico y profesional para el diagnóstico temprano, el tratamiento y la rehabilitación de patologías hasta hace 50 años intratables, como la insuficiencia renal, el infarto de miocardio o el desprendimiento de retina; los avances en inmunología, los trasplantes, el reemplazo de órganos o la ingeniería genética, etc.


Tanto los nuevos problemas de salud que afectan a la población como los avances en la investigación y en la práctica de la medicina son indetenibles, y en algunos casos impredecibles, cuyo tratamiento siempre se traduce en costos cada vez más elevados. Pese a ello, el porcentaje del salario destinado para enfrentar los problemas de salud de los afiliados y de sus beneficiarios, sigue siendo porcentualmente el mismo, lo cual genera una asimetría entre ingresos y egresos, que corroe la sostenibilidad del sistema.


Como si lo mencionado fuera poco, al listado de problemas anotados se ha sumado, durante los últimos años, un aplastante y vergonzoso crecimiento de conductas delictivas en importantes instancias administrativas y operativas institucionales que, a pesar de haber llegado a los tribunales de justicia continúan, en muchos casos, sin sanción y acrecientan la convicción de que la corrupción y la impunidad forman parte del perfil epidemiológico nacional.


Por último, la preminencia de una política de salud eminentemente curativa, en detrimento de las acciones de prevención de la enfermedad y promoción de la salud, sumada a la falta de información acerca de los mecanismos de financiamiento de los servicios de salud del IESS, determina que con mucha frecuencia se escuchen quejas como la siguiente: “yo he aportado durante tantos años y nunca he recibido atención en el seguro”, queja debida al desconocimiento de que los aportes totales que realiza el afiliado, ni son solo para salud, ni son acumulativos -como sucede en el seguro de pensiones-, sino que se utilizan para cubrir las necesidades permanentes de los servicios en los que se materializa la atención de los asegurados y sus beneficiarios. Una estrategia comunicacional sincera, convincente y permanente por parte del IESS es necesaria y urgente.

PIB/2021/07/30

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