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Día Internacional de la Fibromialgia y el Sindrome de Fatiga Crónica

Actualizado: 30 jun 2023


¿Qué es la fibromialgia?


Se trata de una enfermedad reumatológica cuya característica principal es un dolor generalizado del sistema músculo esquelético y que además genera un cansancio persistente.

A pesar de que se conocen sus síntomas y que existen sospechas de que su origen es neurológico, aún no se han logrado determinar causas demostrables.


Se caracteriza por presentar los siguientes síntomas: dolor en ligamentos, huesos, músculos, articulaciones y genera dolor de cabeza, insomnio, ansiedad y cansancio, entre otros.


Fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992. En la actualidad afecta de un 2% a un 7 % de la población mundial, aunque siguen existiendo diferencias y dudas en cómo tratarla o diagnosticarla.


Es una enfermedad que tiende a ser más común entre mujeres de 20 y 50 años de edad, sin embargo, también pueden sufrirla hombres y niños.


El síndrome de la fatiga crónica, es una enfermedad que genera fatiga persistente y dificultades cognitivas sin una base aparente, pero que interfiere en la vida cotidiana de quien la padece.


Desde 1993, cada año se celebra el Día Mundial de la Fibromialgia y del Síndrome de la Fatiga Crónica. Se escogió el 12 de mayo para conmemorar el nacimiento de Florence Nightingale, enfermera que contrajo una enfermedad paralizante.


La iniciativa surgió de la mano de distintas organizaciones y asociaciones que, desde el año 2004, han buscado unir esfuerzos para divulgar y concienciar a los distintos organismos gubernamentales sobre esta enfermedad.


Los profesionales de la salud solemos ver a pacientes con dolor y otros síntomas difíciles de explicar adecuadamente en función del grado de daño, lesión o enfermedad que no podemos objetivar. Este es uno de los motivos frecuentes por el que los pacientes buscan atención médica. Pues bien, Fibromialgia puede ser la etiqueta apropiada en estos cuadros sindrómicos con dolor generalizado.


Es muy frecuente encontrar estos mismos pacientes en las consultas de aparato digestivo, con diagnósticos de síndrome de intestino irritable, dispepsia no ulcerosa o dismotilidad esofágica; en los servicios de neurología, por sus dolores de cabeza o dolores faciales inexplicables; también acuden a los servicios de urología y/o ginecología por dolores pélvicos, síntomas urinarios o ginecológicos, diagnosticados como cistitis intersticial, prostatitis crónica, vulvodinia, vestibulitis vulvar, dolor pélvico crónico, endometriosis, dolor ginecológico de alto impacto, o dolor miofascial pélvico; de igual manera, buscan solución en las consultas de odontología y cirugía maxilofacial, para sus padecimientos periodontales, boca ardiente, o trastornos témporo-mandibulares. En fin, un “peregrinaje” por variados servicios médicos y unidades especializadas, por parte de estas personas en busca de remedio a sus dolencias crónicas.


Son evidentes los avances en los conocimientos científicos en distintos campos de investigación de estas patologías, etiopatogenia, epidemiología, fisiopatología, diagnóstico y enfoque terapéutico de cada paciente. También es notable, como avance conceptual y de comprensión científica, el hecho de incluir la fibromialgia dentro del dolor generalizado crónico (código MG-30.01) en la clasificación internacional de enfermedades CIE-11, reconociendo la contribución de factores psicológicos y sociales en la conformación del síndrome fibromiálgico.


Determinados aspectos biológicos, genéticos y ambientales pueden tener un impacto determinante en la patogénesis de estos estados patológicos. Hay publicados múltiples casos de agregación familiar de la fibromialgia, incluso con otros trastornos relacionados con el estado anímico. Así mismo, están demostradas aberraciones en la inhibición endógena del dolor y en el procesamiento por el sistema nervioso central de la información sensorial. También se conoce la influencia en el procesamiento disfuncional del dolor de factores estresantes físicos o psíquicos, y de procesos biológicos anormales en los sistemas nervioso autónomo, periférico, sistemas inmunológico y neuroendocrino.


El diagnóstico de síndrome fibromiálgico constituye un reto, entre otras cosas por la ausencia de marcadores de laboratorio que pudieran confirmar o refutar su presencia. Habitualmente, son pacientes con múltiples síntomas, variables en el tiempo en calidad y en intensidad, incluso con dificultad para pormenorizar sus quejas, y que se sienten abrumados; personas con angustia significativa, con dolores en múltiples regiones del cuerpo y tratamientos ineficaces para ellos (“nada funciona”), fatiga discapacitante y multifacética, hipersensibilidades, alteraciones del sueño, y otras manifestaciones clínicas que menoscaban su calidad de vida. A pesar de los avances en su comprensión, estas patologías continúan siendo subdiagnosticadas y diagnosticada tarde.


La pandemia que nos afectó desde marzo de 2020 vino a complicar la situación de las personas que sufren síndromes de fatiga crónica, fibromiálgico, de dolor centralizado, y sensibilización central. La carga de estrés en condiciones “de pandemia”, las dificultades para acceder a los servicios de salud, los cambios en el cumplimiento del ejercicio físico, las variaciones en los programas de fisioterapia y las condiciones de trabajo remoto tuvieron un impacto en los pacientes. El fenotipo clínico de síndrome post-COVID comparte múltiples similitudes con los síndromes fibromiálgico y de fatiga crónica; un diagnóstico comórbido de síndrome post-COVID-19 puede suponer un impacto elevado de los síntomas y la gravedad de la enfermedad de base. Vías neuroinflamatorias, neuroplasticidad en el sistema nervioso central, y cambios en el sistema nervioso autónomo parecen inducir la aparición de síntomas relacionados y compartidos en estos síndromes. Son necesarios estudios futuros que acoten características diferenciales y similitudes en estos procesos.


Hoy en día, es irrebatible la necesidad de atención integral de las personas que soportan síndromes de dolor generalizado y de fatiga crónica. En cada paciente, y dependiendo de la severidad clínica en cada momento, se debe considerar un programa de tratamiento individualizado y multidisciplinario. Un enfoque inicial de atención integral de estas enfermedades crónicas engloba: educación del paciente y terapia cognitiva-conductual, considerar y tratar comorbilidades, programa de ejercicios, y tratamiento farmacológico. Esto requiere la participación de profesionales, con formación para este cometido, de medicina, enfermería, odontología, fisioterapia, psicología, trabajo social y terapia ocupacional, tanto en atención primaria como hospitalaria.


El progreso en los estudios científicos, con la mayor comprensión de mecanismos fisiopatológicos implicados y posibles dianas terapéuticas, conducirá a tratamientos de mayor precisión según el fenotipo clínico de cada paciente.


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