José Eras Pazmiño
Médico Familiar
Past Presidente de la FME
Cada 19 de Mayo se celebra el día Internacional de la Medicina Familiar, especialidad que nace del pedido de la misma comunidad, allá por la década de los 60, cuando el auge de la especialidad y subespecialidad en lugar de ofertar el mejor cuidado de la salud de las personas logró un efecto contrario, dado que dividió al ser humano en órganos, aparatos y sistemas, encareció el costo de la asistencia médica y los efectos colaterales de los distintos tratamientos prescritos afectaban la salud integral de nuestros pacientes.
Países como el Reino Unido, Francia, Países Bajos nunca perdieron la identidad del generalista y sus sistemas sanitarios se fundamentaron en la medicina general.
El cuidado de la salud se centró en la enfermedad y no en la persona, el hospital centrismo ocupó gran parte de la actividad médica de aquellos tiempos, dejando de lado el escenario de la atención primaria y del nivel primario de los cuidados de la salud de las personas, sus familias y sus comunidades.
En 1987 nace la especialidad de la Medicina Familiar en el Ecuador, por iniciativa de un grupo de médicos misioneros evangélicos de la Organización HCJB y el Hospital Vozandes, de la ciudad de Quito, cuyo propósito fue formar médicos familiares con una visión humanística e integral, para ofrecer los mejores cuidados de salud a sus pacientes, familias y comunidad. En una alianza estratégica entre el Colegio Médico de Pichincha, la Pontificia Universidad Católica de Cuenca y el Hospital Vozandes de Quito se da inicio al primer postgrado de Medicina Familiar en el Ecuador. Al inicio de la especialidad se contó con el valioso aporte de colegas médicos familiares de USA, México, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Argentina, por medio de la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar y la WONCA, organización mundial de médicos de familia, que apoyaron en las necesidades inherentes a la creación de la especialidad en el país.
Desde entonces, la generación de médicos familiares entrenados en postgrados de Medicina Familiar no ha parado; dos universidades comandaron su formación: la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, La Universidad Central del Ecuador, hoy está terminando la tercera cohorte de médicos familiares del postgrado nacional de Medicina Familiar, organizado desde el Estado para dar respuesta al modelo de atención Integral de salud, dictado en 8 universidades del país.
Han transcurrido 31 años de existencia de la especialidad en el Ecuador, se han formado aproximadamente 1.200 médicos familiares. Mucha agua ha corrido bajo el puente y es un orgullo destacar que Medicina Familiar ha llegado al sitial que le corresponde: ser la especialidad ejecutora de la atención primaria de salud.
El rol que cumple la Medicina Familiar en la lucha titánica para combatir la pandemia de Covid 19 es fundamental, en virtud de ciertas características como son el conocimiento acumulativo de las personas, sus familias y comunidades, la relación fundamental de médico-paciente, la comunicación entre estos actores, la continuidad de la atención, el acceso universal a la atención médica, entre otros de los múltiples atributos de la especialidad muy bien descritos por Iann McWhinney.
Hoy se inicia un nuevo período político con la participación de connotados médicos familiares, que tendrán un papel preponderante en la toma de decisiones y, fundamentalmente, en la vacunación y en la reconstrucción del Sistema Nacional de Salud. Estaremos vigilantes del cumplimiento de su obligación, aplaudiremos los logros alcanzados y seremos críticos de su desarrollo.
La lucha contra la pandemia no ha terminado, hay mucho camino que recorrer y requiere del concurso de muchos actores, en donde la medicina de familia y la atención primaria de salud juegan un papel preponderante. Los equipos de salud se constituyen en la primera línea de contención y mitigación para evitar la diseminación de esta fatal enfermedad, que ha devastado a la sociedad mundial. Creemos que la estrategia Cero Covid, que se implementará en estos días con la participación de los vigilantes comunitarios que han sido capacitados durante todo este tiempo, se constituirá en una herramienta valiosa para contribuir a disminuir los efectos nocivos de la enfermedad.
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