Dr. Mario Acosta
Endocrinologo
Hospital Metropolitano, Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Hace casi 100 años en Julio de 1922 la historia del tratamiento de la Diabetes Mellitus tuvo un salto enorme, un equipo de científicos canadienses liderados por Frederick Banting pudo aislar la insulina, la substancia cuya deficiencia había demostrado producía la diabetes. En pocos meses gracias al gesto de los descubridores de renunciar a la patente, estuvieron disponibles las primeras botellas de insulina con el nombre de Iletin (Eli Lilly and Company). La posibilidad de utilizar la insulina para el tratamiento de la diabetes modificó de manera definitiva el pronóstico hasta entonces fatal de la enfermedad.
Tuvimos que esperar casi 20 años para el siguiente paso, la producción de una insulina con largo tiempo de actividad, es en 1946 que los laboratorios Novo Nordisk unen una proteína a la insulina y desarrollan la insulina NPH. Este producto significó un enorme progreso pues el diabético paso de varias inyecciones de acción rápida al día a una o dos. Pero en la misma época se hizo realidad un gran momento en 1950, luego de largos años de investigación, salió al mercado una molécula que permitía un tratamiento oral, la tolbutamida, nacían las sulfonilureas. Desde 1958 contamos primero en Europa y luego en el mundo entero con la metformina, fantástica molécula que hasta hoy constituye la base del tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2.
El siguiente paso pareció ser hacia atrás, el estudio de las universidades (UGDP) de los años 60 demostró que con algunos medicamentos se producían algunas complicaciones graves y puso a la ciencia con el reto de determinar las causas, se desarrollaron nuevas sulfonilureas hasta 3 generaciones y la metformina momentáneamente se dejó de utilizar, para renacer a partir de la mitad de la década de los 1990s
Luego de 20 años con la demostración de que el buen control metabólico de los diabéticos mejoraba el pronóstico, estudios DCCT y UKPDS, la búsqueda de nuevos y mejores medicamentos se aceleró.
Con el desarrollo de la ingeniería genética, en 1983 se produjo insulina humana recombinante y a partir de 1996 se inicia la producción de análogos. Por la misma época aparecen las glitazonas, que actúan sobre la resistencia a la insulina. Con estos productos se inicia la era de la terapia intensiva, individualizada y fisiopatológica
Con el inicio del siglo XXI la historia se aceleró, se han desarrollado nuevos análogos, lentos, rápidos y ultrarápidos. Entre 2005 y 2012 aparecen las incretinas; GLP1análogo o inhibidores de la enzima DPP4 las glipitinas y a partir de 2013 los inhibidores de la reabsorción renal de glucosa (SGLT2i.
Actualmente el portafolio de medicamentos es amplio, tenemos medicamentos con diferentes y novedosos mecanismos de acción y que nos permiten un tratamiento individualizado, fisiológico, según el nivel de riesgo.
Actualmente no hay duda que el buen control metabólico y el uso de medicamentos adecuados, permite disminuir la presentación y progresión de complicaciones cróncas microvasculares (renales y oftálmicas) y macrocasculares – cardiacas y cerebrales- y lo más importante la mortalidad, el reto para los médicos, los pacientes y los sistemas de salud es utilizarlos.
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