Mary Zerpa. Psiquiatra
Centro Ambulatorio de Salud Mental ASLB
El día de hoy todo el mundo habla de Dania en el Colegio, pero Dania no está y no estará, un email llegó a la oficina del Rector esa mañana, los padres de Dania comunicaban que Dania, estudiante de 8º curso se había suicidado.
Esta es una penosa realidad que, aunque nos alcanza a todos de uno u otro modo es imposible estar totalmente preparado para afrontarlo, porque siempre tiene un efecto de choque muy intenso, por esto, es un tema social de obligado abordaje.
El suicidio es un fenómeno presente desde el inicio de la Historia del hombre, sin embargo, el último siglo ha denotado un cambio contundente en las causas de muerte en el mundo. Mientras que, en anteriores períodos históricos, predominaban las muertes por enfermedades contagiosas, actualmente las primeras causas de muerte son el cáncer, las enfermedades crónicas, cardiovasculares, el Alzheimer y las muertes por violencia interpersonal, entre las que se incluye la muerte autoinfligida.
El suicidio es la consumación de la muerte en un acto de terminar la propia vida intencionalmente. El riesgo suicida se refiere al conjunto de ideaciones (desear morir o terminar la propia vida), y comportamientos suicidas (actos con la intención de quitarse la vida). La investigación científica muestra que la presencia de ideaciones y previos intentos suicidas, depresión y otras enfermedades mentales, tienen el mayor riesgo para consumar el suicidio en algún momento de su vida, otros factores incluyen historia psiquiátrica familiar, pérdida de un ser querido, violencia sufrida intrafamiliar o por acoso escolar, deterioro de las relaciones y lazos familiares, abuso sexual,
La mortalidad por suicidio ha experimentado un crecimiento de más del 60 %, se encuentran las más altas tasas en Europa del Este y el Pacífico Oriental. Nuestro país muestra cifras ajustadas a este fenómeno, en jóvenes y adolescentes a nivel mundial, el suicidio es la segunda causa de muerte (OPS, 2014) y en las últimas estadísticas de mortalidad figura como la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres entre 13 y 19 años. No solo cuenta con tasas de suicidio muy altas en jóvenes, es además el tercer país a nivel mundial en niños y niñas de 10 a 14 años muertos por suicidio, en todas las edades de la vida podemos encontrar casos, incluyendo al adulto mayor. (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), 2017)
En los equipos de salud mental, los maestros, los guías espirituales, los líderes sociales y en el seno de la familia recae la responsabilidad de sacar del oscurantismo al suicidio, es un acto tan violento que daña mucho a los que sobreviven al suicida, causa vergüenza a los allegados, nos interpela y constituye un reto emocional enorme sobreponerse, pero por esas mismas razones no podemos permitir que se convierta en Tabú
Hay muchas creencias erróneas alrededor del suicidio, revisemos algunas para que no caigamos en estos errores:
•El suicidio sucede sin señales de aviso. No es verdad, la persona muestra señales verbales y no verbales del riesgo y muchas veces de su intención
• Aquellos que hablan del suicidio no lo llevan a cabo. No es cierto, aproximadamente el 75% de los que se suicidan lo habían intentado con anterioridad, y de cada 10 personas que lo hicieron, 9 dieron aviso de lo que ocurriría o habían hablado de ello.
• Introducir el tema del suicidio hace nacer en las personas la idea de cometerlo. No es verdad; se ha comprobado que hablar del tema reduce el riesgo, y puede ser la primera posibilidad, quizá irrepetible, de iniciar su prevención.
• Aquellos que intentan el suicidio tratan simplemente de llamar la atención. Sería una simplificación y una imprudencia suponer esta intención por principio.
• La mejor respuesta a una persona que amenaza con suicidarse es decirle: “Pues hazlo”. Nunca debemos decirle esto.
• Todo el que se suicida está deprimido. No es verdad, puede ser un individuo con un trastorno mental, como una esquizofrenia, un trastorno de la personalidad, entre otros.
• El suicidio se hereda. Esto no es cierto. Lo que sí se hereda es la predisposición a padecer ciertas enfermedades en las que éste puede ocurrir (esquizofrenia, trastornos afectivos) o que la persona ante el modelaje, intente imitar un comportamiento suicida.
• El suicidio sucede por impulso, no se puede prevenir. No es cierto: podemos identificar algunos factores de riesgo e intervenir como familia, comunidad y profesionales ayudando en la prevención del mismo. Lo peor es la indiferencia.
Un fenómeno siempre presente, preocupantemente en incremento, estamos preparándonos como sociedad para prevenirlo y abordarlo?
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