Varios estudios han demostrado que la obesidad se asocia con un riesgo elevado de cáncer de próstata avanzado y un pronóstico más precario después del diagnóstico. La evidencia emergente sugiere que la distribución específica de la grasa en el cuerpo puede ser un factor importante.
En un estudio prospectivo de la distribución de la grasa corporal y el riesgo de cáncer de próstata medidos directamente, publicado en CANCER, revista de la American Cancer Society, los investigadores encontraron que los niveles más altos de grasa abdominal y del muslo se asocian con un mayor riesgo de cáncer de próstata agresivo. Los hallazgos pueden conducir a una mejor comprensión de la relación entre la obesidad y el cáncer de próstata y proporcionar nuevas perspectivas para el tratamiento.
Científicos de Harvard T.H. La Escuela de Salud Pública de Chan, analizaron la distribución de la grasa corporal utilizando la medida estándar de la tomografía computarizada y evaluaron el riesgo de ser diagnosticados y de morir por cáncer de próstata en 1.832 hombres islandeses que fueron seguidos hasta por 13 años.
Durante el estudio, 172 hombres desarrollaron cáncer de próstata y 31 murieron a causa de la enfermedad.
La acumulación de grasa en áreas específicas, como la grasa visceral (en el abdomen, que rodea los órganos) y la grasa subcutánea del muslo (justo debajo de la piel), se asoció con el riesgo de cáncer de próstata avanzado y mortal.
El índice de masa corporal alto (IMC) y la circunferencia de la cintura alta también se asociaron con mayores riesgos de cáncer de próstata avanzado y mortal. Pero curiosamente, cuando los investigadores observaron por separado a los hombres con un IMC alto versus un IMC bajo, encontraron que la asociación entre la grasa visceral y el cáncer de próstata avanzado y fatal fue más fuerte entre los hombres con un IMC más bajo. La precisión de estas estimaciones fue limitada en este subgrupo de análisis, pero esta es una señal a investigarse en futuras investigaciones.
La distribución de la grasa puede ser un factor pronóstico importante para los resultados del cáncer de próstata, ya que sirve como marcador para los medios metabólicos, hormonales e inflamatorios que desempeñan un papel en la carcinogénesis de la próstata. Por ejemplo, la grasa visceral se asocia inversamente con la testosterona biodisponible y la adiponectina y se asocia más fuertemente con la resistencia a la insulina y las citoquinas proinflamatorias que con la grasa subcutánea, factores que pueden influir en la progresión del cáncer de próstata.
Por lo tanto las intervenciones en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, que apuntan a la pérdida de grasa, también pueden reducir el riesgo de cáncer de próstata.
Se necesitan estudios adicionales para investigar el papel de la distribución de la grasa en el desarrollo y la progresión del cáncer de próstata y cómo los cambios en los depósitos de grasa con el tiempo pueden afectar la salud de los pacientes.
Los investigadores concluyen que identificar los patrones de distribución de la grasa que se asocian con el mayor riesgo de cáncer de próstata clínicamente significativo puede ayudar a dilucidar los mecanismos que vinculan la obesidad con la enfermedad agresiva y los hombres objetivo para las estrategias de intervención.
Referencia
Barbra A. Dickerman PhD, Johanna E. Torfadottir PhD, Unnur A. Valdimarsdottir PhD, et al Fuente: Cancer https://doi.org/10.1002/cncr.32167 Body fat distribution on computed tomography imaging and prostate cancer risk and mortality in the AGES-Reykjavik study
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