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LACTANCIA MATERNA Y OBESIDAD INFANTIL

Actualizado: 4 sept 2022




Karina Aguirre

Dra. en Medicina y cirugía, especialista en Medicina Interna y Endocrinología




La obesidad se ha convertido en una importante crisis de salud pública alrededor del mundo. El sobrepeso y la obesidad están fuertemente correlacionados con enfermedades como diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemias, enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular, artritis y ciertos tipos de cáncer.


En la etapa infantil, la obesidad también ha aumentado drásticamente. Según el Grupo de Trabajo Internacional sobre Obesidad (IOTF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay más de 200 millones de niños en todo el mundo con sobrepeso y/u obesidad.¹ En 2010, más de 42 millones de niños menores de 5 años fueron clasificados con sobrepeso.¹


Desafortunadamente, la obesidad infantil está relacionada con varias condiciones de salud física y mental, que incluyen problemas ortopédicos, pubertad precoz, alteraciones en el sueño, depresión, ansiedad y diabetes mellitus tipo 2 en la infancia. Además, que los niños con sobrepeso / obesidad tienen mayor probabilidad de ser obesos en la edad adulta.


La obesidad infantil tiene múltiples causas, incluidas las genéticas, comportamientos personales (por ejemplo: ejercicio, duración del sueño y tiempo frente a pantallas), hábitos alimentarios y sus interacciones.

Se han hecho varias investigaciones sobre posibles intervenciones para prevenir la obesidad infantil. Entre estas, la lactancia materna se ha asociado con una disminución de riesgo de obesidad, junto con otros beneficios para la salud del niño y la madre.²⁻⁴


La leche materna humana se considera el régimen de alimentación óptimo para los recién nacidos debido a su capacidad para proporcionar una nutrición completa y muchos factores de salud bioactivos, por lo que su consumo se asocia con mejor salud infantil y desarrollo inmunológico, menor incidencia de enfermedades gastrointestinales y tasas de mortalidad más bajas que las de los lactantes alimentados con fórmula. Además de aportar nutrientes fundamentales es una fuente de bacterias comensales que mejoran aún más la salud infantil al prevenir la adhesión de patógenos y promover la colonización intestinal de microbios beneficiosos.


Inicialmente, la leche materna, se consideraba un fluido estéril, ahora se acepta ampliamente que la leche materna tiene su propio microbioma y las cepas derivadas de la leche materna pueden considerarse probióticos potenciales.


En cuanto a la protección que ésta brinda contra el desarrollo de obesidad son varios los posibles mecanismos biológicos responsables:


Primero, las características nutricionales y bioactivas de la leche materna como leptina, adiponectina y grelina: factores relacionados con la regulación del contenido del tejido adiposo.²′⁵


Los estudios han encontrado que los niños alimentados con fórmula podrían tener concentraciones plasmáticas de insulina más altas en comparación con los que estaban amamantando, y se esperaría que estas concentraciones más altas de insulina estimularan la deposición de grasa y el desarrollo temprano de adipocitos.


Además, la leche materna también contiene factores bioactivos que pueden modular el factor de crecimiento epidérmico y el factor de necrosis tumoral, ambos conocidos por inhibir la diferenciación de adipocitos in vitro.


En segundo lugar, la nutrición infantil temprana es uno de los factores ambientales más poderosos que determinan el crecimiento y desarrollo tempranos. Después de los primeros 3-4 meses de vida, los lactantes amamantados aumentan menos de peso que los alimentados con fórmula. Ganar menos peso en la infancia predice tasas más bajas de obesidad en la niñez y en la edad adulta. La ingesta nutricional en el período crítico o sensible del desarrollo de la vida puede conducir a una “impronta metabólica” o “programada” y ejercerán efectos a largo plazo y de por vida sobre la estructura, función y metabolismo de sustancias del cuerpo.³


En tercer lugar, el establecimiento de la autorregulación de la ingesta de alimentos en la infancia es extremadamente importante para el equilibrio nutricional en la niñez e incluso en la edad adulta. Se ha propuesto que los bebés nacen con cierta capacidad para regular su ingesta de energía en respuesta a señales internas de apetito. Sin embargo, esta capacidad innata podría verse alterada por el tipo de leche (humana frente a no humana) y por el modo de alimentación (pecho frente a biberón).² Se postula que los lactantes amamantados tienen la capacidad de autorregular su ingesta energética para satisfacer sus necesidades energéticas. La fuerza de succión de los bebés varía según su hambre, y la secreción de leche materna varía con la estimulación de succión del bebé. Por lo tanto, los niños alimentados con leche materna pueden controlar automáticamente la ingesta de alimentos según sus propios requisitos, mientras que los lactantes alimentados con fórmula son pasivos.² El control de los cuidadores en la alimentación con fórmula podría conducir a una autorregulación deficiente de los lactantes. El consumo excesivo de alimentos aumenta el riesgo de obesidad. En mayor medida que los bebés alimentados con biberón, los bebés que están amamantando generalmente les dicen a sus madres cuándo están llenos al desprenderse del pecho, lo que podría conducir a una mejor autorregulación de la ingesta de energía a medida que crecen.


Muchos estudios que han mostrado esta asociación no han podido realizar el análisis considerando factores confusores como antecedentes maternos de diabetes gestacional, el peso al nacer, la actividad física moderada a vigorosa (MVPA) de los niños, la dieta, los comportamientos sedentarios y la duración del sueño. El estudio de Ma J, Qiao Y, Zhao P, et al, 2020,² demostró la asociación entre la lactancia materna y las probabilidades de obesidad en más de 4000 niños de 9 a 11 años de 12 países mientras se controlaban estos supuestos factores de confusión.


El odds ratio (OR) de la obesidad general infantil fue significativamente menor entre los niños con lactancia materna exclusiva (OR 0,66, intervalo de confianza del 95%, IC [0,50, 0,88]) en comparación con aquellos con alimentación exclusiva con fórmula (grupo de referencia), y esta asociación se mantuvo siendo significativa después de un ajuste adicional para el IMC materno actual OR 0,76; IC del 95% [0,57, 1,00].


Estos beneficios son conocidos de forma limitada tanto por la población como por el personal de salud. Y a pesar de la evidencia sólida sobre sus beneficios, la prevalencia de la lactancia materna (especialmente la lactancia materna exclusiva) sigue siendo baja en algunas regiones del mundo.


En Ecuador desde el 2018 se incrementó la prevalencia de la práctica de la lactancia materna, dentro de la primera hora del nacimiento en un 72.7%, en relación al 50.6% de los datos reportados en 2014. Durante los primeros seis meses de vida se incrementó del 46.4% al 62.1% entre el 2014 y 2018.


La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, con lactancia continua y alimentos complementarios apropiados hasta los 2 años o más.³


Proteger la lactancia materna es una responsabilidad compartida que como profesionales de salud debemos considerar y ayudar a romper los mitos y conceptos errados que existen en relación a ella.


Referencias


  1. Jing Yan1, Lin Liu2, et al. The association between breastfeeding and childhood obesity: a meta-analysis. Yan et al. BMC Public Health 2014, 14:1267

  2. Ma J, Qiao Y, Zhao P, et al. Breastfeeding and childhood obesity: A 12-country study. Matern Child Nutr. 2020;16(3):e12984. doi:10.1111/mcn.12984

  3. Houle B, Rochat TJ, Newell M-L, Stein A, Bland RM (2019) Breastfeeding, HIV exposure, childhood obesity, and prehypertension: A South African cohort study. PLoS Med 16(8): e100288.

  4. K. E. Lyons, C. Anthony Ryan, et al. Breast Milk, a Source of Beneficial Microbes and Associated Benefits for Infant Health. Nutrients,9 April 2020.

  5. A.I. Rito; M. Buoncristiano; Association between Characteristics at Birth, Breastfeeding and Obesity in 22 Countries: The WHO European Childhood Obesity Surveillance Initiative – COSI 2015/2017; Obes Facts 2019;12:226–243.

  6. www.salud.gob.ec. Noticias 7 de agosto, 2021.

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