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La práctica clínica con niños. Entre el lenguaje y el juego





Psic. Sebastián Cornejo

Mst. Trastornos del desarrollo infantil, mención autismo (Egresado)







Dificultades en el vínculo adulto-niño


En la práctica clínica con niños y niñas predomina una diversidad de técnicas, uso de materiales, actividades predeterminadas y evaluaciones, lo que permite que el profesional pueda sentirse guiado y menos expuesto en el vínculo con el niño. Pero, por otro lado, toda esta forma de abordar la clínica en la niñez tiende a dar como resultado que el paciente (niño) no tenga un espacio para expresarse y ser escuchado.


Esta problemática, que se presenta de forma resistencial en el profesional, es sustentada en ciertos prejuicios interiorizados sobre la infancia y la niñez, como construcción cultural e histórica. Así, los menores no son concebidos como sujetos y quedan en una posición donde son susceptibles al castigo, el rechazo y a ser continuamente incomprendidos. Es decir, los adultos colocan a infantes y niños en el lugar de objetos.


Comprendiendo esta estructura de ‘sociedad adultocentrista’, los profesionales que trabajamos con niños —psicólogos, pediatras, educadores, psicoanalistas— estamos llamados a cuestionar el tipo de vínculo niño-adulto. En sí, el psicoanálisis ha aportado a la comprensión del mundo interno del niño, su padecer subjetivo y la importancia que tiene el lenguaje en el proceso de elaboración durante las sesiones. Melanie Klein (2011) proponía que el psicoanálisis con niños no debe confundirse con la pedagogía, pues no se propone enseñar algo, en realidad se trata de escuchar e interpretar. Por eso, en psicoanálisis, la vía principal para acceder al material inconsciente es el lenguaje. En el caso de los adultos, mediante la asociación libre, y en la clínica con niños, con el juego. Para que esto ocurra, es primordial la disposición del analista a permitir que se estructure un discurso, teniendo en cuenta que en el juego también hay discursos.


Superar la idea de infancia


La palabra infancia, que viene del latín infans, etimológicamente se puede dividir en el prefijo in que significa negación o ausencia, mientras que fans se puede traducir como hablar. Es decir: no hablante, sin habla, fuera del lenguaje (2023).


Parece que esta idea de un ser que no habla se mantiene hasta etapas avanzadas de la niñez, incluso cuando el niño ya puede dialogar con otros. Es común escuchar cómo el niño es silenciado o atestiguar cómo sus preguntas son ignoradas.


En las primeras etapas de vida, a pesar de que el niño no domina el lenguaje, está desarrollándose con sus figuras parentales o cuidadores, que le introducen en el mundo simbólico. Las palabras le estructuran y dan un sentido. El neonato a pesar de no hablar es hablado por la familia, por otros semejantes y el Otro. Las palabras como los primeros juguetes intangibles en la niñez


Retomando la idea de que el lenguaje del niño es el juego, Arminda Aberastury (2009) describe cómo los primeros juegos cumplen funciones cruciales en su subjetividad; el recién nacido no solo se alimenta del seno materno también despliega una dinámica lúdica de acercamiento y rechazo. A los cuatro meses juega a esconderse en una manta… lo que permite al bebé tramitar la angustia. El propio cuerpo del bebé se convierte en un juego de sí, con experiencias sensoriales que le facilitan el conocer el mundo externo.


Luego, el niño empieza a ser más independiente, la madre y los objetos tangibles se convierten en juguetes, donde los fenómenos transicionales —descritos por Winnicott (2002)— permiten que el niño pueda subjetivar lo objetivo, y viceversa. Freud teorizó el fort-da a partir una observación particular, pero este juego parece ser universal; es el juego donde el niño con un objeto que simboliza a la madre, la hace desaparecer y reaparecer, convirtiéndose así en una vivencia displacentera pero estructurante.


Lo que es interesante resaltar del fort-da para este texto es la capacidad en el niño de utilizar las primeras palabras, neologismos que el niño inventa y da un significado propio: fort para la ausencia, y da para la presencia. El niño empieza a jugar con sonidos, convirtiendo las palabras en los primeros juguetes intangibles en una nueva dimensión puramente abstracta.


Las palabras van desarrollándose junto a los juegos, trazándose en experiencias que enriquecen la realidad del niño. A remarcar que los niños necesitan palabras de los adultos, que expresen afecto, así como explicaciones a dudas y temores. Con poca fortuna, esta dinámica bidireccional, donde la función del lenguaje puede contener, elaborar síntomas, aliviar un profundo malestar, parece ser escasa en las prácticas clínicas actuales, que se enfocan a dar preponderancia a evaluaciones, diagnósticos y técnicas prefabricadas, con sus limitaciones y repercusiones.


Bibliografía


  • Aberastury, A. (2009). El niño y sus juegos. Buenos Aires: Paidós.

  • Etimologias.de chile.net. (27 de febrero de 2023). etimologias.dechile.net. Obtenido de etimologias.de chile.net.infancia: http://etimologias.dechile.net/?infancia

  • Klein, M. (2011). Analisis infantil (1923). En M. Klein, Amor, culpa y reparación. Obras completas 1 (pág. 115). Ciudad de México: Paidós.

  • Winnicott, D. (2002). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.



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