El 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Este día es una oportunidad para apoyar a aquellos involucrados en la lucha contra el VIH y para mejorar la comprensión del VIH como un problema de salud pública mundial. Este año, la OPS/OMS, junto con las oficinas regionales de ONUSIDA y UNICEF, PANCAP y la Red Latinoamericana de Jóvenes que Viven con el VIH (J+LAC), adoptaron conjuntamente el lema "Las comunidades marcan la diferencia".
Si bien ha habido progresos en la respuesta al VIH en la Región de las Américas, estos esfuerzos deben continuar si se quiere terminar con el sida para 2030.
En América Latina, las nuevas infecciones por VIH han aumentado un 7% desde 2010. Se estima que 100.000 personas contrajeron el VIH solo en 2018 y uno de cada cinco eran jóvenes de entre 15 y 24 años. En el Caribe, casi una de cada tres nuevas infecciones por el VIH ocurre entre los jóvenes.
Sin embargo, en el Caribe, el número de nuevas infecciones se ha reducido en un 16% con un estimado de 16.000 nuevos casos en 2018. En toda la Región, los hombres y jóvenes gays y los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres (HSH) continúan siendo afectados de manera desproporcionada por el VIH, lo que representa el 40% de todas las nuevas infecciones en América Latina y 22% en el Caribe. En todo el mundo, los hombres gays y los HSH tienen alrededor de 22 veces más probabilidades de tener VIH que las personas de la población general.
Latinoamérica sigue reportando un aumento de contagios con VIH, en especial en Chile, Bolivia, Costa Rica y Brasil, aunque la cifra de muertes vinculadas con el sida ha disminuido debido a un mayor acceso al tratamiento. Se calcula que dos millones de personas viven con VIH en América Latina y el Caribe y cada año cerca de 35 000 pierden la vida por causas relacionadas con el Sida.
Pese a los avances en el tratamiento, la falta de acceso a los servicios de salud, el estigma, la discriminación y la creciente migración se mantienen como los principales desafíos para la región.
La ONU ha alertado del desplome de la cobertura del tratamiento en Venezuela, que ha obligado a muchas personas con VIH a migrar para recibir medicamentos y atención en salud en otros países. Chile y El Salvador, los extremos en contagios. Aproximadamente la mitad de los países de la región ha experimentado un alza en la incidencia (nuevas infecciones) entre 2010 y 2018. Los mayores aumentos se produjeron en Chile (34 %), Bolivia (22 %), Brasil (21 %) y Costa Rica (21 %)", según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Datos de la ONU de 2018 muestran que las infecciones también crecieron en Uruguay (9 %), Honduras (7 %), Guatemala (6 %) y Argentina (2 %), mientras que México se mantuvo estable. La tasa regional se ve marcada por Brasil, debido a su cantidad de población. Si no se contara ese país, la cifra de contagios de la región para ese mismo periodo habría descendido un 5 %. La reducción de nuevas infecciones en la región es la siguiente: en El Salvador (-48 %), Nicaragua (-29 %) y Colombia (-22 %), seguidos de Ecuador (-12 %) Paraguay (-11 %), Panamá (-8 %) y Perú (-6 %), en el Caribe la cifra bajó 16 %, con un estimado de 16 000 nuevos casos en 2018.
Para 2018, 37,9 millones de personas vivían con VIH en el mundo, entre ellos 1,7 millones de niños.
“LAS COMUNIDADES MARCAN LA DIFERENCIA”
El lema de este año del Día Mundial del Sida es "Las comunidades marcan la diferencia".
La celebración del Día Mundial del Sida, brinda una buena oportunidad para reconocer el papel fundamental que las comunidades han desempeñado y continúan desempeñando en la respuesta al Sida a nivel local, nacional e internacional.
Las comunidades contribuyen a la respuesta al Sida de maneras muy distintas. Su liderazgo y la defensa que llevan a cabo permiten garantizar que la respuesta siga siendo relevante y fundada, que las personas sigan estando en el centro y que nadie quede detrás. En estas comunidades se integran los educadores de iguales, las redes de personas que viven con el VIH o están afectadas por el virus, como los gays y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que se inyectan drogas y los trabajadores sexuales, las mujeres y la gente joven, los asesores, los trabajadores sanitarios de la comunidad, los proveedores de servicios de puerta a puerta, las organizaciones de la sociedad civil y los activistas populares.
El Día Mundial del Sida ofrece una importante plataforma desde la que se destaca el papel de las comunidades en un momento en el que la reducida financiación y el cada vez menor espacio dedicado a la sociedad civil hacen peligrar la sostenibilidad de los servicios y de los esfuerzos por defenderlos.
Se requiere que las comunidades se movilicen mucho más, y cuanto antes, con el fin de derribar las barreras que impiden el paso a las comunidades que se encargan de hacer llegar los servicios, entre ellas las restricciones a los registros y la ausencia de modalidades sociales contractuales.
Hoy en día se necesita más que nunca la fuerte defensa encabezada por las comunidades, con el objeto de garantizar que el sida continúe presente en la agenda política, que los derechos humanos se respeten y que quienes toman las decisiones y las ponen en práctica asuman sus responsabilidades.
Las comunidades realizan una invalorable aportación a la respuesta al sida. Las comunidades de personas que viven con el VIH, de grupos de población clave (gays y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, consumidores de drogas, trabajadores sexuales, prisioneros y personas transgénero), de mujeres y jóvenes, lideran y apoyan la prestación de servicios, defienden los derechos humanos y proporcionan sostén a sus iguales. Las comunidades son el alma de una respuesta al sida efectiva y constituyen un importantísimo pilar en el que apoyarse.
PrEP como clave de población en mayor riesgo
Los especialistas han llamado la atención sobre la necesidad de mejorar el acceso a los medicamentos, extender el uso de la píldora que previene el VIH (PrEP) y avanzar hacia tratamientos de liberación prolongada, como inyecciones mensuales o incluso semestrales, que mejoren la adherencia.
La PrEP, una estrategia en la que personas con una probabilidad muy alta de contraer el VIH, es tomar un medicamento diariamente para prevenirlo, la misma que ha sido considerada crucial para la región dado que un 65 % de las nuevas infecciones se reporta en poblaciones con mayor riesgo, como los gays o trabajadores sexuales. Aunque desde 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se ofrezca la PrEP como una opción a personas con riesgo sustancial de infectarse, este sistema es relativamente nuevo en América, donde pocos países, como Bahamas, Barbados, Brasil, Canadá y Estados Unidos, ya lo incluyen en sus políticas preventivas públicas. En el primer trimestre de este año, Cuba también comenzó la entrega de la PrEP, que se estima reduce en un 90 % la probabilidad de contraer el virus.
Avance constante pero lento
De acuerdo con Onusida, el progreso de la región en los objetivos 90-90-90 para acabar con la epidemia del sida ha sido "constante, pero la falta de acceso a los servicios de salud y los desafíos para el seguimiento y la atención de los pacientes impiden que el progreso sea más rápido".
La OPS calcula que en el objetivo de que para 2020 el 90 % de las personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico, hay un 77 % de progreso. Mientras que en la meta de que el 90 % de los diagnosticados reciba terapia antirretrovírica continuada para 2020 hay un 79 % de avance; y en la de que el 90 % de los que reciben terapia antirretrovírica tenga supresión viral, hay un cumplimiento del 83 %.
El XIII Foro de Conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el Sida realizado en Bogotá sostuvo que "El cuarto 90 que detectamos es la calidad de vida". Aunque la calidad de vida es esencial para los pacientes con VIH, aún no se han diseñado estándares sobre cómo alcanzarla, por lo que la reunión de Bogotá instó a promover la red de ciudades de Acción Acelerada ante el Sida, de la que ya forman parte las capitales de México, Argentina, Ecuador, Panamá, Honduras, Cuba Paraguay y Chile, así como varios municipios de Brasil. Las investigaciones, de las que se esperan pronto los resultados de estudios clínicos, apuntan a inyecciones mensuales o medicamentos orales para mantener a raya la infección y mejorar la adherencia al tratamiento. La perspectiva es llegar a inyecciones o comprimidos mensuales o cada seis meses que mejoren la calidad de vida y eviten que se abandone el tratamiento.
Fuente: OPS/OMS, oficinas regionales de ONUSIDA y UNICEF
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