Los casos en países fuera de China causados por SARS-CoV-2 (COVID-19) se han incrementado en las últimas semanas. La aparición de este brote desde diciembre de 2019 ha revivido momentos que fueron de gran angustia para la población hace once años con el brote de influenza H1N1.
La atención de salud mental en los pacientes y profesionales de la salud afectados por la epidemia de COVID-19 ha sido subestimada. ¹ ̓ ²
El primer impacto de la epidemia, es la crisis misma. Aun cuando la Comisión Nacional de Salud de China publicó la notificación de principios básicos para intervenciones de crisis psicológicas de emergencia para la neumonía causada por SARS-CoV-2 el 26 de enero de 2020, esta contenía referencias de los problemas de salud mental y las intervenciones útiles que se presentaron durante el brote de síndrome respiratorio agudo severo de 2003, priorizando la atención de la salud mental de los pacientes con COVID-19, contactos cercanos, casos sospechosos que están en cuarentena en hogar, familiares y amigos de personas afectadas, profesionales de la salud que atienden a pacientes infectados y el público que lo necesita.
Los pacientes relacionados con infección por SARS-CoV-2, sean casos confirmados o sospechosos, pueden experimentar temor a presentar una infección con un nuevo virus potencialmente mortal, y aquellos en cuarentena pueden experimentar aburrimiento, soledad e ira.
Los síntomas de la infección y la tos, así como los efectos adversos del tratamiento podrían provocar un empeoramiento de la ansiedad y la angustia mental. El relacionar este virus con la muerte es en gran parte la causa.
En el año 2003, al inicio del brote de síndrome respiratorio agudo severo se informaron morbilidades psiquiátricas, que incluyeron depresión persistente, ansiedad, ataques de pánico, excitación psicomotora, síntomas psicóticos, delirium e incluso tendencias suicidas. En esta ocasión, el seguimiento obligatorio de los contactos y la cuarentena podrían aumentar la ansiedad de los pacientes y el estigma en sus familias y amigos.
Gracias a las experiencias previas, desde China, Italia, España y otros países, se han tomado medidas ante la imposibilidad de contener la epidemia. Esto ha generado la respuesta de muchos sistemas de salud de diversas regiones para limitar el contagio entre personas potencialmente en contacto en este caso con el coronavirus.
¿Qué es la cuarentena?
La cuarentena es la separación y restricción del movimiento de personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa para determinar la presencia de síntomas específicos y reducir el riesgo de que otros se infecten.
Es importante aclarar que la cuarentena no es aislamiento. El aislamiento es una estrategia que se utiliza para separar a las personas que han adquirido una enfermedad contagiosa de aquellas que están saludables. El aislamiento restringe el movimiento de las personas que están enfermas para evitar la propagación de ciertas enfermedades. Las personas en aislamiento pueden recibir cuidados en sus hogares, en hospitales o en instalaciones de atención médica designadas.
La cuarentena se utiliza para separar y restringir el movimiento de personas que pueden haber estado expuestas a una enfermedad contagiosa, pero que no tienen síntomas, para mantenerlas en observación, ya que esas personas pueden o no ser contagiosas.
El presente brote ha puesto ciudades enteras en China en cuarentena, a miles de extranjeros que vuelven desde China se les solicita mantenerse voluntariamente en cuarentena.
Esto ya sucedió durante el brote de 2003 del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), y el brote de ébola de 2014 en África occidental.
El último lugar que ha implementado las medidas de cuarentena con cierre de fronteras es Italia.
Las decisiones sobre cómo aplicar la cuarentena deben basarse en la mejor evidencia disponible.
Es importante saber que esta medida genera múltiples cambios en las personas sometidas a dicha condición.
En varios estudios, particularmente en una revisión sobre los efectos psicológicos de la cuarentena, se describen efectos psicológicos negativos, incluidos síntomas de estrés postraumático, confusión y enojo. La cuarentena afecta más a mayor duración. Muchos de los síntomas se relacionan con los temores de infección, frustración, aburrimiento, suministros inadecuados, información inadecuada, pérdidas financieras y sobre todo el estigma.
Durante el brote de influenza del año 2009, el protagonista de los comentarios de contenido estigmatizante fue México. En esta ocasión, gran parte del estigma ha sido dirigido a otras comunidades en diferentes regiones. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud se refiere a COVID-19, enfermedad por coronavirus 2019, evitando las connotaciones exageradas con personas y lugares.
Los efectos psicológicos de la cuarentena pueden ser duraderos. Es por ello que, ante la implementación de medidas de restricción como el aislamiento y la cuarentena, se deben tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Es importante hacerlo solo el tiempo mínimo y no mayor al requerido.
Proporcionar una justificación clara y en términos que puedan ser comprendidos por toda la población.
Establecer con el énfasis necesario, que es una medida temporal y que al culminar el ciclo de posible contagio los cuidados serán los mismos que para la población general.
Proporcionar información clara sobre los protocolos a seguir.
Garantizar que se proporcionen suministros suficientes o brindar opciones viables sobre las necesidades surgidas, como ocurrió con las soluciones de alcohol en gel o los cubre bocas.
Para evitar el estigma y los síntomas psicológicos derivados de estas medidas, la información es clave. Toda la población necesita comprender la situación.
Cuando se decide promover el aislamiento voluntario o se promueve la cuarentena es importante:
Tener comunicación efectiva y rápida.
Asegurar la existencia de suministros (tanto generales como médicos).
Considerar un periodo de cuarentena corto, la duración no debe cambiarse a menos que existan circunstancias extremas.
La mayoría de los efectos adversos psicológicos provienen de la imposición de una restricción de libertad.
Cuando la cuarentena es voluntaria está asociada con menos angustia y menos complicaciones a largo plazo.
La cuarentena suele ser una experiencia desagradable para quienes la padecen, incluye la separación, la pérdida de libertad, la incertidumbre y el aburrimiento. Hay reportes incluso sobre intentos de suicidio y suicidios consumados en forma secundaria. Es por esto que antes de considerar estas medidas, deben contemplarse estas complicaciones y sopesarlas con relación al beneficio.
Algunos estudios han comparado, contra controles, los efectos psicológicos de las personas en cuarentena. Los síntomas más comunes son los relacionados al estrés y al trauma, particularmente el trastorno por estrés agudo. El personal en cuarentena además presenta mayor propensión a reportar agotamiento, desapego, ansiedad, deterioro del desempeño y resistencia a trabajar. Puede llegar a presentarse a largo plazo trastorno de estrés postraumático (TEPT) y depresión.
Otros estudios mostraron altas prevalencias de síntomas de ansiedad y trastornos emocionales, ira y agotamiento.
Los profesionales de la salud, particularmente los especializados que atiendan la COVID-19 (en sospecha o confirmada), son vulnerables tanto al alto riesgo de infección como a los problemas de salud mental. También pueden experimentar miedo al contagio y la propagación del virus a sus familiares, amigos o colegas.
La atención oportuna de salud mental debe desarrollarse con urgencia. Los equipos multidisciplinarios de salud mental establecidos por las autoridades de salud a nivel regional y nacional (incluidos psiquiatras, enfermeras psiquiátricas, psicólogos clínicos y otros trabajadores de salud mental) deben brindar apoyo de salud mental a pacientes y trabajadores de la salud.
Debe existir comunicación clara con actualizaciones periódicas y precisas sobre el brote de COVID-19, tanto a los trabajadores de la salud como a los pacientes.
Se debe alentar el uso de canales de comunicación seguros entre pacientes y familias, evitando el contagio.
Se deben proporcionar tratamientos psiquiátricos oportunos para aquellos que presentan problemas de salud mental más graves.
Referencias
1. Xiang YT, Yang Y, Li W, Zhang L, y cols. Timely Mental Health Care for the 2019 Novel Coronavirus Outbreak Is Urgently Needed. Lancet Psychiatry. Mar 2020;7(3):228-229. doi: 10.1016/S2215-0366(20)30046-8. PMID: 32032543. Fuente
2. Brooks SK, Webster RK, Smith LE, Woodland L, y cols. The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet. 26 Feb 2020. doi: 10.1016/S0140-6736(20)30460-8. Fuente
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