Dr. Ramiro Estrella
Decano de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Central del Ecuador
El proceso de globalización que determina una creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo ha posibilitado una libre movilización humana entre ciudades y países. Esta amplia movilidad humana permite también que eventos patológicos que anteriormente podrían ser eventos locales o máximo regionales, puedan difundirse aceleradamente y convertirse en verdaderas pandemias.
La Covid 19, producida por el virus SARS Cov 2, enfermedad que se inició como un brote epidémico en una pequeña región de China, muy pronto, gracias a la globalización, se diseminó a la gran mayoría de países del orbe. La veloz diseminación del virus ha determinado que más allá de 124 millones de personas en el mundo hayan sido contagiadas y que de estos más de 2.5 millones hayan fallecido con una tasa de letalidad superior al 2%. Países como Estados Unidos, India, Brasil, Rusia, Reino Unido son los que presentan las más altas tasas de contagio y de letalidad. Esta pandemia mundial, ha respetado hasta el momento a un reducido número de países como Palaos, Micronesia, Isla Salomón, países pequeños de difícil accesibilidad que cerraron rápidamente sus fronteras; estos países aparentemente no han tenido una afectación en la salud y la vida, pero sí, como todos los países del mundo, una grave afectación económica.
En otros países como Corea del norte, las bajas tasas reportadas de Covid 19 puede deberse a situaciones como la falta de acceso u ocultamiento de la información. Un hecho singular constituye el caso de Suecia país que a enero de este año tenía una baja tasa de contagio y prevalencia a pesar de que no se había decretado el confinamiento y el uso de la a mascarilla; se decía que esto era porque Suecia tenía la experiencia de aislamiento social y eso iba a protegerlos, pero no fue así, información actualizada da a conocer que Suecia presenta un rebrote de casos y un muy importante aumento de la mortalidad, mucho más allá de la de los países cercanos por lo que se están implementando las acciones de control recomendadas a nivel mundial.
Esta pandemia nos tomó desprevenidos. A pesar de que había muchos científicos que alertaban de que estos eventos podían presentarse y muchos grupos ecologistas ya advertían de la inminente presentación de una pandemia como la que ahora sufrimos a nivel mundial, el mundo no se preparó. El vertiginoso avance de la pandemia propició la construcción de Hospitales, Clínicas, etc. con equipamiento moderno y tecnología de punta, destinados al tratamiento curativo de individuos, de enfermedades, no de conglomerados sociales. Se olvidó de la Salud Pública, herramienta indispensable para el proceso de salud enfermedad. Se desestimó el papel de la prevención, de la promoción, de la planificación de salud.
Si eso pasaba en el mundo, en nuestro país la situación era igual o peor. El Ecuador vivió una década en la cual se construyeron edificaciones hospitalarias a las cuales no se dotó del talento humano necesario ni del equipamiento y recursos indispensables para su funcionamiento. Aún más, fue una década en la cual se desdeñó y desmanteló a la salud pública, década en la cual se eliminaron algunas de las actividades sanitarias importantes que se realizaban nuestro país. El Instituto Nacional de Higiene Izquieta Pérez fue desmantelado, se minimizó el apoyo para la Liga ecuatoriana antituberculosa, para el manejo de la malaria y otras enfermedades infectocontagiosas. Planificación de salud insuficiente para el manejo de la patología habitual, peor aún para enfrentar procesos mórbidos masivos.
El desconocimiento a nivel mundial de las características del virus sars cov 2 y del comportamiento incierto de la covid 19 determinó que existieran circunstancias que han contribuido al mal manejo de la Pandemia como es el caso de la conducta de los presidentes de Estados Unidos y de Brasil que desatendieron las opiniones científicas y minimizaron esta pandemia, no es más que una pequeña gripecita decían, y eso les pasó la factura muy pronto, los dos países con mayor nivel mundial de casos y de mortalidad son Estados Unidos y Brasil.
De igual manera, el desconocimiento del Covid-19 y la desesperación para encontrar medidas preventivas o curativas, permitió que médicos o pseudo médicos preconicen y difundan prácticas empíricas, como aquellas de recomendar la limpieza nasal permanente con suero fisiológico para evitar el contagio, o el uso profiláctico indiscriminado de azitromicina, ibuprofeno, dióxido de cloro, colchicina, ivermectina etc. Recomendaciones no contrastadas científicamente que interfieren con las reales medidas de prevención y tratamiento y confunden a las personas.
Hay dos hechos que vale la pena destacar: 1. Al inicio de la pandemia un funcionario de la OPS indicó que no era necesario el uso de mascarilla para evitar el contagio cuando se sabe a ciencia cierta que era es una de las medidas claves. 2. Hace varias semanas una alcaldesa de una importante ciudad del Ecuador inició una campaña de utilización de ivermectina indicando que era para controlar la parasitosis de sus pobladores cuando en realidad era una campaña para prevenir la Covid 19.
En nuestro país no hay un registro adecuado, sin embargo, hasta la fecha se han reportado alrededor de 317.000 casos diagnosticados de los cuales 16.550 mil casos han sido reportados como fallecimientos debido a Covid 19 y 14 mil muertes por otras enfermedades, pero que también podrían ser atribuidas a Covid 19, esto representa una tasa de letalidad mayor del 5%. La provincia que mayor número de casos presenta es Pichincha con 107.658, le sigue Guayas con 41.320 y Manabí con 24. 300.
La tasa de letalidad en Pichincha es de 2.21%, en Guayas de 5.1% y Manabí 7%. Llama la atención las altas tasas de letalidad en Santa Elena, 13.5% y en Chimborazo 9.9%, lo que podría deberse a que no existen las pruebas adecuadas o no se han realizado pruebas, un alto grado de ocultamiento de información y claro, a la calidad de atención de salud.
Qué es lo que ha hecho la Universidad Central del Ecuador para apoyar en el control de esta pandemia. La Universidad fue una de las primeras instituciones que recomendó el aislamiento social, invitó a los profesores, estudiantes y trabajadores a la virtualidad.
Desarrolló tempranamente programas de información a través de la realización de una serie de cursos y conferencias, mesas redondas, foros, presentaciones en medios de difusión pública, etc. Para informar a la comunidad y tratar de bloquear la desinformación.
La Universidad generó un programa de vigilancia epidemiológica que comenzó como un proceso de aplicación telefónica, con los celulares de nuestros estudiantes, luego se desarrolló un programa sistemático de capacitación de vigilantes epidemiológicos comunitarios; cerca de 700 vigilantes han sido capacitados a nivel nacional. En mayo del 2020 se inició el programa de atención de salud telemática: la telemedicina, que está a cargo de destacados docentes de Medicina, Obstetricia y Psicología, se han realizado alrededor de 1500 atenciones médicas y cerca de 2000 atenciones psicológicas.
La Universidad Central a través del Centro de Biomedicina el Hospital Docente de Calderón ha colaborado en la determinación de pruebas de detección de Covid 19 llegando a proponer una prueba propia mucho más económica que las pruebas extranjeras.
La Universidad Central ha ayudado al manejo directo de la pandemia a través de docentes, residentes de postgrado e internos rotativos que trabajan en las distintas instituciones de salud en áreas de manejo de Covid 19, quienes han laborado permanentemente desde el inicio de la pandemia y siguen adelante a pesar de los riesgos que ello implica. La Facultad reconoce su trabajo responsable y comprometido.
De las muchas lecciones que nos ha dejado esta pandemia que ha afectado gravemente la salud, la vida y la economía de en todos los países del mundo, es la que atañe particularmente al sector de la salud: la necesidad de recuperar la salud pública como una herramienta crucial para preparar a los países para enfrentar esta u otras pandemias que podrían presentarse.
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